Las infraviviendas fueron demolidas, pero sus ‘moradores’ se han trasladado a unas construcciones cercanas en las que residían okupas
AMINA OULD
Madrid
Una de las calles en las que se sitúan las infraviviendas en las que se menudea con drogas
GUILLERMO NAVARRO
Para los vecinos de Arroyo del Fresno, los problemas con las narcochabolas con las que conviven desde hace años no han terminado con su derribo. Tan solo se han trasladado. Los ‘moradores’ de estas infraviviendas se han establecido al otro lado de la M-40. Ahí han abierto un nuevo punto de venta de droga en unas parcelas que han ocupado, por lo que el trasiego de toxicómanos continúa siendo constante, al igual que los robos y las amenazas. Los vecinos de Pitis ahora exigen a las autoridades lo mismo que llevan haciendo desde que comenzó el problema: el cese de la inseguridad a las puertas de sus casas.
El pasado 13 de junio el ayuntamiento demolió las infraviviendas que se encontraban entre la M-40 y las vías del tren de la estación de Pitis. A su llegada, los que ahí residían –seis mujeres y dos hombres– ya habían dejado el espacio a requerimiento del Servicio de Disciplina Urbanística. El levantamiento tardó en llegar no solo porque el desalojo de una chabola requiere de una orden judicial, sino también porque vivían en ellas menores de edad. Eso sí, estos individuos no abandonaron el espacio sin antes haber prendido fuego a algunas de estas chabolas, tal y como han confirmado a este periódico fuentes del consistorio madrileño y como aún deja intuir el paisaje de la zona.
En este mismo lugar, la Policía Nacional detuvo en julio de 2023 a un clan familiar formado por cinco personas dedicado a la venta de heroína, marihuana y cocaína. Esta mafia contaba con una estructura y funciones definidas. En la cúspide, se encontraba un matrimonio, encargado de dar las órdenes; las hijas se dedicaban a la gestión de una plantación de marihuana que tenían en una vivienda unifamiliar de Valdemanco, que también fue desmantelada; y, finalmente, personas a sueldo encargadas de la seguridad del terreno. Los arrestados, con múltiples antecedentes por delitos variados, quedaron en libertad con medidas cautelares.
Las rutas que hacían los drogodependientes hasta ahora eran relativamente cortas. Uno de los caminos, consistía en bajarse desde el andén de la estación –que no está vallado– y en apenas unos minutos llegar las narcochabolas ya derruidas. El otro pasaba bajo un túnel sin luz –que normalmente usan vecinos para ir en bici o correr hasta El Pardo– hasta llegar al camino de Valjaroso, subir una pequeña colina y llegar a este mismo punto de venta.
Vista estratégica
La ubicación de estas infraviviendas, además de tranquila para los toxicómanos que acuden a hacerse con sustancias estupefacientes, también resulta estratégica para el paso de la mercancía y la vigilancia ante cualquier presencia fuera de lo normal. Así, la llegada de ABC a la zona hizo saltar rápidamente las alarmas y alguno de sus guardianes rondaba atento a cada movimiento.
Con la demolición de las infraviviendas, que ha supuesto su traslado hacia el otro lado de la carretera, la ruta hasta llegar al punto de venta resulta más complicada para los drogodependientes, pero no imposible, por lo que el problema persiste, lamenta un portavoz de la Asociación de Vecinos de Arroyo del Fresno (AVAF) a este periódico.
Su nueva ubicación, conocida como Colonia Montecarmelo, la describen los vecinos como una «zona muy peculiar» de calles muy estrechas y en las que ya no es posible edificar al formar parte de una zona protegida. Sin embargo, aún permanecen unas construcciones que datan del siglo pasado y a las que se les ha permitido mantenerse en su propiedad.
Los nuevos ‘moradores’ se han establecido en estas parcelas, en las calles de Rascafría y Oteruelo del Valle, compartiendo vecindario con gente que aún se dedica a la ganadería, trabajadores de establos de caballos y algunas casas más lujosas con piscina, solo visitadas durante los fines de semana. «Ellos son los más afectados», explican.
Los clanes dedicados al tráfico de drogas planearon su mudanza a estas infraviviendas antes del desalojo del pasado 13 de julio, y se aseguraron un lugar donde establecerse ofreciendo dinero a unos okupas para que les cedieran el terreno en el que residían. «Eran tranquilos y se dedicaban a la chatarra, que será el negocio que sea pero no es la venta de droga», relata sobre los anteriores ‘vecinos’ un residente de la zona que no quiere ser identificado.
Este no es el único que prefiere andar con discreción. El temor a ser reconocidos hasta les impide contar de manera específica las amenazas que han sufrido. En las últimas semanas, han sido víctimas de robos, pinchazos en las ruedas de sus vehículos y «muchas cosas más que prefiero no contar», confiesa, con pavor, un vecino que prefiere no dar su nombre. «No te hacen un destrozo muy grande, pero sí que nos queda una sensación de inseguridad», lamenta.
Este clan se trasladó al ahora desalojado espacio después de que en 1999 se levantaran los poblados de La Quinta y Pitis. Desde ese momento, el barrio se ha transformado y ahora alberga adosados y pisos de lujo que superan el millón de euros. Lo que los residentes de estas nuevas construcciones situadas en torno a a la estación no sabían cuando firmaron la compra de sus casas era que tendrían estos problemas. La música y el escándalo hasta las tantas de la noche y la acumulación de basura en la zona se suman al miedo que genera que los toxicómanos paseen «como ‘zombies’» por el barrio.
Aunque Valentín admite que la situación «ha mejorado» ahora que la ruta de los que toxicómanos es otra, «el problema sigue siendo el mismo». «Hay familias con hijos aquí y la venta de droga continúa por la zona. La gente está muy preocupada», expone este vecino, que a pesar de que suele evitar pasar por estas calles, las veces que lo ha hecho ha podido presenciar este «trapicheo».
Un coche boja abajo cerca de la estación de Pitis
GUILLERMO NAVARRO
Tal y como se hizo eco este periódico el pasado verano, la discreción de estos toxicómanos era nula y a los vecinos de Arroyo del Fresno no les resultaba complicado encontrarse a gente drogándose en tanto en las afueras como en el interior de la estación de Cercanías como en las paradas de EMT.
Operaciones policiales
La presencia policial en esta zona es constante. La operación en la que se logró poner a disposición judicial a dicho clan familiar no fue el único gestado en el barrio. Un mes antes, la Policía Municipal identificó a más de 530 conductores por las inmediaciones, sospechosos de acudir a comprar droga a estas narcochabolas.
Del total, en torno a un centenar dio positivo en alcohol o drogas. Además, en estas identificaciones se logró detectar a varios chóferes de VTC, que acudían a comprar cocaína o heroína para su consumo.